LA EXPANSION NORTEAMERICANA HACIA EL OESTE
Luego de su independencia en 1776 los Estados Unidos de América iniciaron un proceso de expansión territorial que se mantuvo constante a lo largo de todo el S XIX.
La política expansionista se inauguró con la
adquisición de territorios como la Louisiana, comprada a Francia en 1803; y la
Florida, cedida por la corona española en el tratado de 1819,
a cambio del compromiso estadounidense de no
apoyar a los movimientos independentistas en las colonias hispanoamericanas. El avance de colonos norteamericanos hacia
regiones al oeste del río Mississippi, provocada por el crecimiento poblacional
y la escasez de terrenos cultivables, se realizó a costa de las tribus
indígenas que las habitaban, que fueron hostilizadas y sujetas a una campaña de
exterminio para apoderarse de sus tierras; o bien, el gobierno de los Estados
Unidos las forzó a firmar tratados para renunciar a sus derechos territoriales,
obligándolas a emigrar a las regiones inhóspitas y áridas del lejano oeste. El
despojo de tierras a las tribus indias se legitimó con la idea de la
superioridad racial de los colonos, que estaban incorporando un territorio
salvaje a la "civilización".
Cuando se
abrió la ruta a Oregón en 1842, territorio al extremo noroeste de los Estados
Unidos que fue el primer punto de expansión transcontinental de este país, que
ahora iba del océano Atlántico al Pacífico; miles de pioneros que atravesaron las Grandes
Planicies en su viaje a esta región, invadieron las tierras sagradas y de
cacería de las tribus indias, alterando sus condiciones de vida; además de
reprimir de manera brutal, con matanzas frecuentes, la defensa que hacían los
indios de su territorio. Ante este estado de cosas, el gobierno federal, con el
objeto de facilitar el paso de las caravanas, comerciantes, mineros, granjeros,
negociantes y del ferrocarril transcontinental, promulgó en 1851 la Ley de
Asignaciones Indígenas, que dio lugar a las "reservaciones", en las
que se concentró a los indios sobrevivientes, lejos de las tierras fértiles y
productivas.
En el caso de Texas, esta se independizó de
México y tiempo después, en 1845, el congreso norteamericano aprobó su anexión
a los Estados Unidos. Con la mira puesta en las ricas regiones de California y
Nuevo México, los políticos norteamericanos provocaron la guerra con México en
1847-1848; país al que derrotaron y, en virtud de los tratados de
Guadalupe-Hidalgo, le arrebataron las regiones nombradas y partes de Nevada,
Utah y Arizona. Posteriormente, en 1853, el gobierno de Antonio López de Santa
Anna se vio forzado a vender el territorio de la Mesilla por 10 millones de
dólares, para que los estadounidenses pudieran construir su ferrocarril
transcontinental Con los territorios arrebatados a México el capitalismo de los
Estados Unidos se nutriría con recursos formidables para su desarrollo: el oro
de California y el petróleo de Texas; además de asegurar las rutas comerciales
del suroeste y el comercio con Asia.
Luego de finalizado el proceso de expansión y Conquista, las originales 13 colonias situadas sobre el Océano Atlántico habían alcanzado el Pacífico.
La Justificación Ideológica al expansionismo Norteamericano
La política
expansionista de los Estados Unidos, apoyada por todos los sectores sociales de
la población y promovida por el grupo gobernante, se sustentó en la convicción
de que era la nación más grande de la tierra y que Dios les había asignado la
tarea de dominar toda América, para ampliar el área de libertades y llevar los
valores republicanos a los pueblos menos
afortunados. Esta misión divina, conocida como el Destino
Manifiesto, implicó actitudes discriminatorias contra las
tribus indias, vistas y tratadas como salvajes que merecían ser arrojados de
sus tierras y confinados en reservaciones. A la América hispánica, por su
parte, se le concibió como un conjunto de pueblos miserables, atrasados e
ignorantes, cuando no carentes de ansias de trabajo, incapaces de gobernarse
por sí mismos, que debían ser dominados o despojados de las riquezas que
poseían; así, las guerras de conquista y apropiación de territorios efectuadas
por la nación estadounidense tuvieron su legitimación ideológica.
Esto es un tramo del trabajo del escritor y periodista norteamericano John L. O´Sullivan, quien en 1839 escribió un artículo periodístico titulado "Destino Manifiesto"
"...Debemos avanzar hacia adelante rumbo al
cumplimiento de nuestra misión —hacia el pleno desarrollo del principio de
nuestra organización— la libertad de consciencia, la libertad del individuo, la
libertad del comercio y de la consecución de los negocios, universalidad de la
libertad y de la igualdad. Este es nuestro destino supremo y, en el eterno e
inevitable decreto de la causa y efecto de la naturaleza, debemos cumplirlo.
Todo esto será nuestra historia futura, establecer en la tierra la dignidad
moral y la salvación del hombre —la inmutable verdad y la beneficencia de Dios.
Para esta bendita misión encomendada a las naciones del mundo, que se
encuentran aisladas de la luz de la verdad dadora de vida, ha sido elegida
América; y su supremo ejemplo percutirá con gran fuerza hasta la muerte de la
tiranía de reyes, jerarquías y oligarquías, y llevará la buena nueva de la paz
y la buena voluntad a lugares donde miríadas de seres soportan actualmente una
existencia escasamente más envidiable que la de las bestias del campo. ¿Quién,
entonces, puede dudar que nuestro país está destinado a ser una gran nación en
el futuro? "
Esta pintura que pueden observar aquí debajo se titula "El progreso norteamericano", fue realizada hacia 1872 por el pintor alemán John Gast. Es una representación alegórica del Destino Manifiesto de la nueva nación estadounidense . En la escena, una gigantesca mujer blanca, rubia, vestida con una túnica blanca y "vaporosa" se dirige desde un puerto hacia el interior del continente, secundada por carretas, diligencias, trenes y grupos de pioneros, mientras los indios y los animales salvajes huyen despavoridos. La mujer se encuentra en mitad de la composición, viniendo desde la zona iluminada del cuadro, lo que parece indicar que trae consigo la luz de la civilización; lleva un libro, que hace referencia a la expansión de la cultura occidental, y va tendiendo un cable telegráfico a medida que avanza hacia la zona izquierda del cuadro, la cual permanece aún apagada por una oscuridad tormentosa. El mensaje es simple : la colonización blanca permite el progreso económico y sociocultural del Oeste americano, iluminando los negros nubarrones de la ignorancia y la incivilización.
Con el fin
de controlar los mercados de las naciones hispanoamericanas recién
independizadas e impedir la presencia y acción del capital comercial inglés y
europeo, el presidente James Monroe (1817-1825) promovió que el Congreso
estadounidense reconociera la independencia de estos países y estableciera
relaciones diplomáticas con ellos (mayo de 1822); posteriormente, presentó ante
esa instancia una declaración que contenía los siguientes puntos:
• Los Estados Unidos considerarían un
ataque a sus intereses, cualquier intento de interferencia de las potencias
europeas para extender su dominio o influencia en América.
Estos
puntos, conocidos como "doctrina Monroe", resumido en el lema
"América para los Americanos" determinarían el sentido de la política
exterior norteamericana con América Latina y Europa durante el siglo XIX.
Situación Económico Social de Estados Unidos de Norteamérica
Gracias al
aumento de la natalidad y de la inmigración europea a América, el número de
habitantes en los Estados Unidos pasó de 10 millones en 1820, a 31 millones en
1860; población que constituyó la fuerza de trabajo indispensable en el
crecimiento económico de este país. Los inmigrantes europeos procedían
mayoritariamente de Irlanda, Alemania y la Gran Bretaña, obligados por las
pésimas condiciones de vida, la distribución injusta de la propiedad, las malas
cosechas, el hambre, el desempleo, las persecuciones religiosas y políticas, y
las guerras y revoluciones en sus lugares de origen; por lo que llegar a los
Estados Unidos significaba el inicio de una nueva vida en la tierra de las
oportunidades, generadas por una economía en expansión, con su promesa de
empleos, su abundancia de tierras por colonizar, la posibilidad de lograr un
nivel de vida más elevado y, por si fuera poco, arribar a una nación de
libertades.
A medida que los Estados Unidos crecieron en territorio, población y
riqueza se consolidó una estructura social diferenciada, donde una minoría era
la principal beneficiaria de los frutos del desarrollo capitalista. Hacia 1850
este grupo poseía más del 60% de la riqueza nacional, formado por empresarios
exitosos de la industria, los transportes y las comunicaciones; los
comerciantes vinculados al mercado externo; propietarios y administradores de
bancos y compañías de seguros; dueños de plantaciones; quienes además tenían el
control político de la nación y accedían a los cargos más importantes.
En ese mismo periodo la clase media correspondía
aproximadamente al 40% de la población y estaba integrada por profesionistas de
todo tipo (periodistas, médicos, abogados, maestros), ministros religiosos,
funcionarios de gobierno, capataces de plantaciones, ejecutivos de empresas y
cuantiosos granjeros.
Finalmente, en la base de la pirámide social, el 50% de la población subsistía en condiciones miserables y con escasas posibilidades de prosperar; el sector de los no propietarios estaba conformado por los jornaleros, arrendatarios, artesanos, obreros asalariados y esclavos negros, creadores de la riqueza económica de los Estados Unidos, pero excluidos de sus beneficios económicos y sociales.
Finalmente, en la base de la pirámide social, el 50% de la población subsistía en condiciones miserables y con escasas posibilidades de prosperar; el sector de los no propietarios estaba conformado por los jornaleros, arrendatarios, artesanos, obreros asalariados y esclavos negros, creadores de la riqueza económica de los Estados Unidos, pero excluidos de sus beneficios económicos y sociales.
EL CONFLICTO ENTRE LOS ESTADOS DEL SUR Y DEL NORTE (1861 - 1865)
La nación estadounidense se integró en la
primera mitad del siglo XIX con tres regiones: el norte, el sur y el oeste;
quienes tenían como base común una economía agrícola, pero que desarrollaron
actividades económicas diferentes.
El norte se caracterizó por su crecimiento fabril y por sus grandes inversiones en medios de transporte y comunicaciones, convirtiéndose en centro del desarrollo industrial, comercial y financiero del país; concentraba el 75% del sector obrero y era el principal punto de atracción de los inmigrantes europeos.
El norte se caracterizó por su crecimiento fabril y por sus grandes inversiones en medios de transporte y comunicaciones, convirtiéndose en centro del desarrollo industrial, comercial y financiero del país; concentraba el 75% del sector obrero y era el principal punto de atracción de los inmigrantes europeos.
En los estados sureños la producción y
exportación del algodón fue la principal actividad económica, representaba el
60% del comercio exterior de los Estados Unidos en 1860, sustentada en mano de
trabajo esclava. La inversión en medios de transporte e industrias fue escasa y
la región permaneció subdesarrollada, semirural y poco comunicada con el resto
del país. Su economía centrada en la producción de materias primas, volvió al
sur dependiente de las otras regiones: del oeste para su provisión de alimentos
y del norte para sus manufacturas, comercio y necesidades financieras.
El oeste fue
la zona de expansión territorial, donde tuvieron amplio crecimiento las granjas
fronterizas y la agricultura comercial, con el consiguiente desarrollo en
transportes y comunicaciones. Las riquezas minera y agrícola de esta región
contribuyeron en gran medida al desarrollo económico de los Estados Unidos en
esta etapa.
Estas diferencias socioeconómicas se
expresaron en el plano político-ideológico, puesto que el crecimiento
territorial de los Estados Unidos, por la anexión e integración de nuevos
estados, modificaba y alteraba el equilibrio político en el Congreso entre los
estados esclavistas y los que no lo eran; así como en los intereses económicos
que se privilegiaban. El conflicto entre el norte industrial, con intereses
comunes con el medio oeste agrícola, contra el sur esclavista, se expresó en
posiciones abolicionistas que pretendían terminar con el régimen de trabajo
esclavo; política que se fortaleció con la llegada a la presidencia de Abraham
Lincoln y que dio lugar a la guerra civil, de la que emergió vencedora la
Unión, que agrupaba a los estados del norte y del oeste. Su triunfo fue
resultado de su superioridad en recursos materiales y militares, su mayor
cantidad de población y por su enorme capacidad financiera.
En este mapa pueden observar: los estados de la Unión en color Azul (Abolicionistas) y los estados Confederados en color gris (Esclavistas)
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